Bueno, ahora si podré darme el lujo de escribir acerca de mi primer semana como Médico Interno de Pregrado 1.
Desde que entré... todo fue tan raro. No sabía dónde estaban los departamentos, no sabía con quién tenía que hablar, no sabía cómo se hacían las curaciones, no sabía qué fregados era el famoso "familioso", no sabía cómo se hacía un ingreso, un alta, una nota de evolución, las indicaciones para cada paciente, las cirugías y sus turnos... No tenía idea de qué iba a sentir cuando empezara mi guardia y ver cómo el día se va haciendo cada vez más obscuro. Mirar el reloj y a diferencia de sentir que había pasado mucho tiempo era lo contrario. Me hacia falta tiempo para terminar todos mis BENDITOS PENDIENTES.
Hay cosas muy buenas y cosas muy malas del internado. Lo malo es ver a la gente sufrir. Ahora pienso... Padres, madres, hermanos, cuñados, HIJOS... todos tienen la misma dolencia y la misma impotencia cada que preguntan por el médico de base, cada que quieren saber qué es de su paciente y qué pronostico tiene, cuándo se dará de alta, qué medidas tienen que hacer para que no se infecte la herida, para cuándo estarán los laboratorios, qué hacer en caso de fiebre, dolor o infección....
LAS CURACIONES. Creo que esto es lo más difícil de todo. Todo empieza... desde el olor. A carne podrida, macerada, la sangre, las vendas con pus y el olor que desprenden las gasas pegadas a la piel... Pero yo creo que (en mi opinion) ese no es el problema. El problema es algo aún mucho más importante.
EL DOLOR.
El dolor de las personas durante las curaciones suele ser tan, pero tan malditasea grande. Que sinceramente me cuesta en ocasiones incluso comenzar por decirles que les toca la curación.
No todos los pacientes son así. Hay quienes están acostumbrados. Pero hay quienes que con tan solo decirles "curación" empiezan a estresarse, llorar e incluyo a manotear para que no les toquen donde tanto les ha estado doliendo.
Dentro de las cosas buenas. Está esta sencilla palabra que es muy seguido escucharla cuando atiendo a mis pacientes:
"Gracias doctora, se lo agradezco mucho"
Es en esos pequeños lapsos de tiempo donde no me arrepiento de haber estudiadio medicina, donde me reconforta y hasta en ocasiones en silencio lloro al recordar que al menos hice algo bien... Fui la diferencia.
Desde que entré... todo fue tan raro. No sabía dónde estaban los departamentos, no sabía con quién tenía que hablar, no sabía cómo se hacían las curaciones, no sabía qué fregados era el famoso "familioso", no sabía cómo se hacía un ingreso, un alta, una nota de evolución, las indicaciones para cada paciente, las cirugías y sus turnos... No tenía idea de qué iba a sentir cuando empezara mi guardia y ver cómo el día se va haciendo cada vez más obscuro. Mirar el reloj y a diferencia de sentir que había pasado mucho tiempo era lo contrario. Me hacia falta tiempo para terminar todos mis BENDITOS PENDIENTES.
Hay cosas muy buenas y cosas muy malas del internado. Lo malo es ver a la gente sufrir. Ahora pienso... Padres, madres, hermanos, cuñados, HIJOS... todos tienen la misma dolencia y la misma impotencia cada que preguntan por el médico de base, cada que quieren saber qué es de su paciente y qué pronostico tiene, cuándo se dará de alta, qué medidas tienen que hacer para que no se infecte la herida, para cuándo estarán los laboratorios, qué hacer en caso de fiebre, dolor o infección....
LAS CURACIONES. Creo que esto es lo más difícil de todo. Todo empieza... desde el olor. A carne podrida, macerada, la sangre, las vendas con pus y el olor que desprenden las gasas pegadas a la piel... Pero yo creo que (en mi opinion) ese no es el problema. El problema es algo aún mucho más importante.
EL DOLOR.
El dolor de las personas durante las curaciones suele ser tan, pero tan malditasea grande. Que sinceramente me cuesta en ocasiones incluso comenzar por decirles que les toca la curación.
No todos los pacientes son así. Hay quienes están acostumbrados. Pero hay quienes que con tan solo decirles "curación" empiezan a estresarse, llorar e incluyo a manotear para que no les toquen donde tanto les ha estado doliendo.
Dentro de las cosas buenas. Está esta sencilla palabra que es muy seguido escucharla cuando atiendo a mis pacientes:
"Gracias doctora, se lo agradezco mucho"
Es en esos pequeños lapsos de tiempo donde no me arrepiento de haber estudiadio medicina, donde me reconforta y hasta en ocasiones en silencio lloro al recordar que al menos hice algo bien... Fui la diferencia.
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