A mi me gusta la idea de pensar que vengo de la nada, nací sin nada en este mundo. Nací en el Hospital General de Tijuana ya que mis padres no tuvieron dinero para ofrecerme un mejor lugar para nacer, eran de escasos recursos, de hecho, cuando llegaron a esta ciudad llegaron literalmente con 500 pesos y dos maletas, una para cada uno, fueron recibidos por la familia de mi papá y sin saber realmente qué les deparaba el destino se aventuraron mi mamá de cuatro meses de embarazo y mi papá recién egresado de la carrera de Veterinaria. Nací el 01 de Enero de 1992, mi mamá recuerda perfectamente ese día, los dolores eran terribles, desgarradores, pero aun mas pesado era soportar los juegos infantiles de mis primos Miguel, Raúl y Lupita. Ella iba a la sala y ellos la seguían, ella se iba al cuarto y ellos la seguían, corriendo y jugando, riendo y llorando. Mi papá preparaba el pavo el cual al final del día termino quemándose. Ya que las contracciones fueron aun mas fuertes y mi mama ya no soportaba los dolores ya casi iban a dar las 00:00 horas, debían esperar hasta que pasaron los balazos de cada año nuevo, una vez pasados los balazos decidieron subir al carro, pero mas grande fue su sorpresa al notar que una llanta estaba ponchada. Por suerte mi tío Nacho estaba para solucionarlo y con una goma de mascar parcho la llanta y nos fuimos por fin. Yo nací vía cesárea. Si, me recibió un residente de año nuevo a las 8:00 hrs, en cambio de turno, cuando todo mundo ya se quiere ir, pero me fue muy bien, no tuve ninguna complicación, probablemente mi mamá no pensara lo mismo, ella sufrió por los siguientes 7 días. El dolor de la cesárea era insoportable, razón por la cual no pudimos conocernos sino hasta el quinto día, hasta que ella aun con los dolores en su cicatriz se acerco y me miro apenas a un metro de distancia en una vitrina y entonces ella supo lo que era el amor. Mi infancia fue muy complicada, probablemente todo inicio desde mis recuerdos de la alfombra de nuestro primer hogar, era obscura, olía feo y era pegajosa. Recuerdo a mi mama sonreír, recuerdo mi vestido de mezclilla, recuerdo sonreír a la cámara, después recuerdo nuestros paseos en camión, recuerdo caminar por el centro de la ciudad, recuerdo el olor de las verduras por fuera de Catedral, recuerdo tocar sus paredes rugosas y pensar "Creo que ya soy grande" recuerdo cuando fuimos a conocer nuestro segundo hogar, recuerdo el candado oxidado y la cadena rasposa de la puerta de metal del pasillo, si, lo recuerdo todo. Recuerdo cuando entré por primera vez en la casa de "atrás de la clínica". Era tan grande, tan fea, tenia hoyos por todas partes, las escaleras apenas podían ser subidas, los cuartos olían extraño y las paredes estaban pintadas por los niños anteriores, todo estaba destruido, pero mi papá lo podía todo, el arreglo esa casita y la convirtió en un palacio para nosotros, recuerdo a mi hermano jugando en las escaleras por las mañanas, ver su cabeza pelona y regañarlo "No pelón!, no te subas, te vas a caer. Le diré a mi mamá" Todo era felicidad, incluso recuerdo cuando nació Mauricio. No podía creer lo feliz que me sentía, tenia un nuevo hermanito, uno que podía cuidar y querer infinitamente. Lo bautice Simba. Era mi película favorita y yo quería hacer de él el recuerdo mas bonito. Todo estaba bien, hasta que llegaron ellos. Ellos me hicieron mucho daño, me mostraron cosas y me hicieron cosas que una niña no debería vivir. Mis papás no lo querían ver, no hicieron caso y simplemente sucedió, paso y me dolió. Después, todo fue la escuela, el kinder y la primaria. El Kinder fue muy confuso, creo que nunca termine de entender qué era realmente lo que tenia que hacer ahí, solo sabia que me llevaban en la mañana, miraba a otros niños, les hablaba y otra veces no, unas veces jugaba y otras solo observaba, después llegaban por mi y todo volvía a la realidad, mi abuelita ya nos esperaba con la comida, la cual a veces era la misma del día anterior y el anterior y el anterior, esto no era precisamente porque no supiera cocinar o porque le gustara mucho esa receta, sino porque no había para mas, era comer eso o nada. En mi casa las cosas comenzaron a cambiar o tal vez siempre fueron así pero yo no lo había notado, en ocasiones encontraba a mi mama llorando, en ocasiones mi papa no llegaba a dormir, en otras encontraba a mi papá pidiendo disculpas a mi mamá. Un día, fue cuando me di cuenta, los hombres son mas fuertes que una mujer y que un niño, lo supe cuando mi hermano llego llorando y sangrando de la nariz, en algo probablemente no había hecho caso y mi papá le pego tan fuerte. Lloré, mi papá era lo máximo para mi, pero yo amaba más a mi hermano, desde ese día, algo cambió en mi, conocí la desconfianza y el miedo. Después él se fue, después ya no estaba. Yo pensé que habría ido a algún congreso hasta que mi mamá lo decidió -Vámonos, vamos a ir a buscar a tu papá, se fue a Puebla y ahí lo vamos a encontrar- Fue entonces cuando lo encontramos caminando por las calles de Cholula y lo recuerdo, lo primero que preguntó fue -Qué hacen aquí?-
A mi me gusta la idea de pensar que vengo de la nada, nací sin nada en este mundo. Nací en el Hospital General de Tijuana ya que mis padres no tuvieron dinero para ofrecerme un mejor lugar para nacer, eran de escasos recursos, de hecho, cuando llegaron a esta ciudad llegaron literalmente con 500 pesos y dos maletas, una para cada uno, fueron recibidos por la familia de mi papá y sin saber realmente qué les deparaba el destino se aventuraron mi mamá de cuatro meses de embarazo y mi papá recién egresado de la carrera de Veterinaria. Nací el 01 de Enero de 1992, mi mamá recuerda perfectamente ese día, los dolores eran terribles, desgarradores, pero aun mas pesado era soportar los juegos infantiles de mis primos Miguel, Raúl y Lupita. Ella iba a la sala y ellos la seguían, ella se iba al cuarto y ellos la seguían, corriendo y jugando, riendo y llorando. Mi papá preparaba el pavo el cual al final del día termino quemándose. Ya que las contracciones fueron aun mas fuertes y mi mama ya no soportaba los dolores ya casi iban a dar las 00:00 horas, debían esperar hasta que pasaron los balazos de cada año nuevo, una vez pasados los balazos decidieron subir al carro, pero mas grande fue su sorpresa al notar que una llanta estaba ponchada. Por suerte mi tío Nacho estaba para solucionarlo y con una goma de mascar parcho la llanta y nos fuimos por fin. Yo nací vía cesárea. Si, me recibió un residente de año nuevo a las 8:00 hrs, en cambio de turno, cuando todo mundo ya se quiere ir, pero me fue muy bien, no tuve ninguna complicación, probablemente mi mamá no pensara lo mismo, ella sufrió por los siguientes 7 días. El dolor de la cesárea era insoportable, razón por la cual no pudimos conocernos sino hasta el quinto día, hasta que ella aun con los dolores en su cicatriz se acerco y me miro apenas a un metro de distancia en una vitrina y entonces ella supo lo que era el amor. Mi infancia fue muy complicada, probablemente todo inicio desde mis recuerdos de la alfombra de nuestro primer hogar, era obscura, olía feo y era pegajosa. Recuerdo a mi mama sonreír, recuerdo mi vestido de mezclilla, recuerdo sonreír a la cámara, después recuerdo nuestros paseos en camión, recuerdo caminar por el centro de la ciudad, recuerdo el olor de las verduras por fuera de Catedral, recuerdo tocar sus paredes rugosas y pensar "Creo que ya soy grande" recuerdo cuando fuimos a conocer nuestro segundo hogar, recuerdo el candado oxidado y la cadena rasposa de la puerta de metal del pasillo, si, lo recuerdo todo. Recuerdo cuando entré por primera vez en la casa de "atrás de la clínica". Era tan grande, tan fea, tenia hoyos por todas partes, las escaleras apenas podían ser subidas, los cuartos olían extraño y las paredes estaban pintadas por los niños anteriores, todo estaba destruido, pero mi papá lo podía todo, el arreglo esa casita y la convirtió en un palacio para nosotros, recuerdo a mi hermano jugando en las escaleras por las mañanas, ver su cabeza pelona y regañarlo "No pelón!, no te subas, te vas a caer. Le diré a mi mamá" Todo era felicidad, incluso recuerdo cuando nació Mauricio. No podía creer lo feliz que me sentía, tenia un nuevo hermanito, uno que podía cuidar y querer infinitamente. Lo bautice Simba. Era mi película favorita y yo quería hacer de él el recuerdo mas bonito. Todo estaba bien, hasta que llegaron ellos. Ellos me hicieron mucho daño, me mostraron cosas y me hicieron cosas que una niña no debería vivir. Mis papás no lo querían ver, no hicieron caso y simplemente sucedió, paso y me dolió. Después, todo fue la escuela, el kinder y la primaria. El Kinder fue muy confuso, creo que nunca termine de entender qué era realmente lo que tenia que hacer ahí, solo sabia que me llevaban en la mañana, miraba a otros niños, les hablaba y otra veces no, unas veces jugaba y otras solo observaba, después llegaban por mi y todo volvía a la realidad, mi abuelita ya nos esperaba con la comida, la cual a veces era la misma del día anterior y el anterior y el anterior, esto no era precisamente porque no supiera cocinar o porque le gustara mucho esa receta, sino porque no había para mas, era comer eso o nada. En mi casa las cosas comenzaron a cambiar o tal vez siempre fueron así pero yo no lo había notado, en ocasiones encontraba a mi mama llorando, en ocasiones mi papa no llegaba a dormir, en otras encontraba a mi papá pidiendo disculpas a mi mamá. Un día, fue cuando me di cuenta, los hombres son mas fuertes que una mujer y que un niño, lo supe cuando mi hermano llego llorando y sangrando de la nariz, en algo probablemente no había hecho caso y mi papá le pego tan fuerte. Lloré, mi papá era lo máximo para mi, pero yo amaba más a mi hermano, desde ese día, algo cambió en mi, conocí la desconfianza y el miedo. Después él se fue, después ya no estaba. Yo pensé que habría ido a algún congreso hasta que mi mamá lo decidió -Vámonos, vamos a ir a buscar a tu papá, se fue a Puebla y ahí lo vamos a encontrar- Fue entonces cuando lo encontramos caminando por las calles de Cholula y lo recuerdo, lo primero que preguntó fue -Qué hacen aquí?-
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